Nixon Saavedra Vela, escritor colombiano y profesional en educación. Publicado con los sellos de Higuera editores y Nygua editores  en Colombia y La rata esquizofrénica en Perú. Ha sido ponente en las ferias del libro de Colombia y México, así como ha colaborado en diferentes emisoras culturales y revistas literarias en México, Perú, Argentina y Colombia. Actualmente promueve la literatura y la lectura en Zipaquirá Colombia, su lugar de residencia.     

 

Nixon Saavedra Vela, Colombian writer and professional in education. Published under the Higuera editores imprint in Colombia and La rata esquizofrénica in Peru. He has been a lecturer at book fairs in Colombia and Mexico, and has collaborated with different cultural radio stations and literary magazines in Mexico, Peru, Argentina and Colombia. He currently promotes literature and reading in Zipaquirá Colombia, his place of residence.

"Hacer siempre lo que a uno le gusta, y solo eso, es la forma magistral para una vida larga y feliz" Gabo

“Zipaquirá salífera tierra de gente increíble que ha azuzado la semilla profesional, familiar y cultural en mí. Desde niño, en la primaria República Argentina del barrio el Prado, olí los libros por primera vez con la misma querencia de mis maestros, los que con paciencia y cariño me abrieron camino por el solitario y descarnado arte de las letras.   

En manos caí del gran Napoleón Ramírez, maestro de la lengua española, apasionado por la lectura y el silencio, con el que recorrí los balcones y los claretianos pasillos del claustro Luis Orjuela. De su mano llegaron historias fantásticas, mundos y vidas que podía vivir a voluntad; me mostró los libros y sus secretos.

De allí volé por sendas artísticas de lienzos y carbones en compañía de Darío Vela, vi en los bodegones, los paisajes y las acuarelas el alma del artista y su propósito social.

Luego, deambulé con los fantasmas del teatro Mac Dual y Arturo Wagner, en actuaciones y comparsas que sellaron mi amor por esta tierra, su historia y lo que representa.

Así, a la edad de veinte años comencé a retratar el olor de la sal en papel tan blanco como ella, e historias propias contadas a mi hijo antes de dormir, me espolearon a parir ficción con la ilusión de hacerlas más reales que mi realidad. Desde entonces, continúo intentándolo, hasta que pueda convertir el plomo de las letras en oro, entonces descansaré”.