Entre relato y realidad ¡Miedo y Terror!
Hacía frío en la biblioteca pública y era la cuarta vez que cerraba la ventana bruscamente abierta por el viento. Me acerqué a la greca, serví otro café y continué meditando en el segundo género literario más leído en todo el mundo: el terror. Casi era hora de enviar el artículo y aún tenía varias lecturas pendientes antes de completarlo. Apilé algunos libros de los cuales sobresalía un lomo dorado. Lo tomé con las dos manos, le acaricié su cubierta sonriendo un poco, respirando profundo su esencia, cortejándolo hasta que me permitiera abrirlo; pero no ocurrió. Lo intenté entonces con lo que parecería un libro infantil con globos de fiesta y carpas de circo. Le cuchicheé varias veces, le arrullé y le tararé una canción de cuna, pero tampoco me permitió abrirlo. Impaciente levanté otro que yacía solitario en el suelo, le sacudí el polvo, ojeé su cubierta llena de símbolos extraños y un lenguaje que parecía de otro mundo, decorado con figuras y planetas brumosos y oscuros; entonces, me dispuse a leerlo sin preámbulo o ritual alguno cuando saltó sobre mi mano un insecto parecido a una araña. Grité dando un brinco hacia atrás sacudiendo la mano con fuerza para sacarme el insecto de encima. Adherido, casi sobre el pulgar, expuso cuatro colmillos levantando dos patas delanteras, de las dieciséis que le rodeaban el cuerpo, y envistió mordiéndome la mano, dejándome inconsciente en el lapso de un segundo.
Me desperté, no sé después de cuánto tiempo; revisé mi mano y no hallé rastro de picadura o mordida. Me levanté, di un paso hacía los tres libros que pretendía leer cuando la ventana nuevamente se abrió, esta vez silbando como si me previniera de algo; sin embargo, le ignoré porque presentí que tras esos libros algo me estaba llamando. Entonces; los tomé uno a uno amenazándolos con la mirada y los devoré hasta quedar satisfecho. Inmediatamente empuñé la pluma y el papel para concluir lo siguiente:
El poderoso género del terror
“Las frías noches, los nublosos paisajes, los fétidos olores, las silenciosas áreas y percepciones amenazantes de inexplicables seres, hacen parte importante del segundo género más leído hasta hoy. Sus más grandes representantes: Allan Poe, Stephen King y Lovecraft, dividen opiniones entre sus lectores sobre quien es el mejor: si Poe porque se mantiene desde el siglo XIX hasta hoy; Stephen King por el trabajo en sus personajes; o Craft por sus cósmicas visiones. Sin embargo, debido a las enormes diferencias, incluyendo las temporales que existen entre un autor y otro, resulta injusto establecer un solo rey del género porque cada uno de estos, a su propio estilo, merece el reconocimiento.
El terror necesita una configuración de elementos estándar para enriquecer la experiencia del lector: una atmosfera adecuada, personajes bien definidos, tensión constante, ideas sobrenaturales o desconocidas, fotografía literaria acorde a la historia, misterio, giros inesperados, aislamientos, ocultamientos y un final impactante. Pero existe, como en cualquier otro género, el aporte significativo que hace único cada escrito, el sello personal adoptado por el escritor de acuerdo a su época, influencias literarias y su propia filosofía. Por un lado, Poe lleva la narrativa gótica del siglo XIX a lo más alto, jugando con la tragedia, lo macabro y lo siniestro en la vida de personajes atormentados.
Por otra parte, King expresa narrativas contemporáneas con ficciones realistas donde la psicología humana es el hilo central de sus historias. Por último, Lovecraft y su narrativa cósmica y monstruosa crea mundos y seres con los que muestra la insignificancia de la humanidad ante lo desconocido. En cualquier caso, el objetivo del género de terror es estimular las fibras nerviosas de los lectores que, mientras son más seducidos con estas emociones, más adictos al género se vuelven.
No se trata de ser un lector oscuro, seguidor de artes místicas o practicante del ocultismo, como algunos tildan a los seguidores de este género; sino de ser esclavos de las propias sensaciones que logran ser bien estimuladas con obras como: El cuervo, el escarabajo de oro, It, el resplandor, Cthulhul entre otras. Las imágenes literarias creadas a partir del miedo para convertirlas en terror, hacen de los autores mencionados los maestros del género porque además de vincular los elementos básicos literarios perfectamente, han creado universos que impactan, desde sus nacimientos literarios hasta hoy, a generaciones enteras. Tanto integran la psique que; hasta me hicieron alucinar con una araña galáctica, hace tan solo unos minutos antes de disponerme a escribir este artículo.
En conclusión, el terror es un poderoso género que puede, inclusive, distorcionarnos la realidad”.
Al terminal el artículo, sentí como comenzaba a temblarme el índice de la mano mordida, luego el pulgar hasta no poder detener la mano y el brazo, el movimiento avanzó hasta el otro brazo y poco a poco hacia las piernas. Sentí como millones de hormigas me recorrían las venas y comenzaban a devorarme de adentro hacia a fuera, hasta que por las cuencas de mis ojos, nariz y boca brotaron miles de arañas con finos colmillos como agujas, dieciséis patas, y pelaje tupido entre azabache y sepia que me cubrieron por completo. Tumbado me azoté contra el suelo para sacármelas de encima, rodé como envuelto en llamas hasta que todo fue oscuridad. Cuando recobré la conciencia, abrí los ojos y me vi diminuto tras los tres libros que recién había leído. Asustado con el cuerpo velludo y dieciocho patas negras rodeando mi cuerpo, permanecí oculto hasta que una joven de ojos castaños y cabello rizado tomó uno de los tres libros y comenzó a leerlo, entonces supe cómo debía proceder.
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